La sustentabilidad dejó de ser una tendencia y se convirtió en una realidad que debe manifestarse de forma clara en todos los aspectos que se relacionan con una empresa y sus actividades. Implementar una buena estrategia de sustentabilidad puede fomentar una mayor eficiencia y calidad en los procesos, al igual que una gestión sólida de los recursos de las organizaciones. Esto puede traer como beneficios el fortalecimiento de las relaciones con proveedores, consumidores, clientes, etc.
Una encuesta realizada por KPMG en 2020 a ejecutivos y niveles gerenciales en México, reveló que “el 98% de los directivos considera la sostenibilidad como muy relevante y crítica para el futuro de sus organizaciones y el 87% lo incluye en su estrategia de negocios.”
Para poder llevar a cabo una buena estrategia en materia de sustentabilidad, es fundamental alinear el giro y la operación de la compañía con dicha estrategia. Los siguientes pasos pueden facilitar el desarrollo e implementación de este tipo de estrategias a nivel empresarial.
Dar el primer paso es primordial, es por eso que es importante asumir responsabilidad social corporativa, “es el compromiso que cada organización tiene con el ambiente o sociedad en la que se desenvuelve y cómo contribuye a ella.”
Una empresa socialmente responsable genera mejores decisiones de negocios, construye fidelidad, enriquece la imagen y favorece, en forma cuantitativa, a la rentabilidad de ésta.
La falta de lineamientos claros y con dirección es el principal reto para las empresas y su estrategia de descarbonización. Cuando se definen metas alineadas a tus objetivos sociales, sustentables y corporativos, puedes comenzar a implementar y medir el avance de los objetivos y esfuerzos internos para el cumpliento de las mismas.
Dichas metas deben ser coherentes y tener una fecha de cumplimiento, para poder medir la eficacia de las estrategias y logros de la empresa. Un ejemplo podría ser: para 2030 nuestra empresa se compromete a operar únicamente con energías renovables.
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Es importante conocer a detalle los alcances y limitaciones de tu empresa, por lo cuál se deben definir claramente los objetivos a cumplir en el corto plazo y los que generarán mayor impacto social y ambiental Es común que durante este proceso se analicen las implicaciones económicas y organizacionales que implica la implementación de dichas estrategias.
Para algunas empresas es más sencillo cambiar a proveedores de materia prima reciclada, instalar paneles solares, o renovar su flotilla de distribución por autos híbridos o eléctricos. Además de fomentar una cultura empresarial de cuidado hacia el medio ambiente, enfatizando los impactos logrados a lo largo del tiempo.
Todo esfuerzo que se haga debe ser medible o cuantificable de alguna manera, esto nos asegura que se hace un registro de todos los acontecimientos relacionados a los objetivos, permitiéndonos ver el desempeño de las estrategias, corregir errores, mantener la dirección y hacer las mejoras pertinentes. Un ejemplo de lo anterior puede ser conocer las toneladas de carbono no emitidas al medio ambiente o la cantidad de energía limpia producida, litros de agua ahorrados, etc.
Los cambios en materia de responsabilidad ambiental y social son cada día más importantes para reforzar la propuesta de valor de las empresas, fortaleciendo su relación con sus clientes y empleados y sobre todo buscando hacer frente a problemáticas como el calentamiento global.
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